A pesar de sus detractores, hay muchos investigadores que utilizan la hipnosis como método de investigación de vidas pasadas pero, ¿es un método fiable? Siempre he escuchado decir que en estados hipnóticos la gente tiende a fantasear involuntariamente, a exagerar, aunque según dicen, también ha habido ocasiones en las que se han podido demostrar los datos que daba el hipnotizado, aunque también es verdad que estas veces en las que se pueden verificar los hechos narrados no son las más comunes.

Sobre este tema he encontrado un interesante artículo de Manuel Capella publicado en la página www.límetesdelarealidad.com; interesante porque parece ser que la personalidad de la mujer hipnotizada, según la describe el autor, resulta ser completamente diferente a la personalidad que esta misma persona parecía tener en otra vida, si tomamos como cierta la experiencia relatada de posible ‘vida pasada’. Y como tampoco tenemos pruebas para rechazar de pleno esta experiencia o este tipo de prácticas, aquí os dejo con el artículo en cuestión para que cada uno opine a su antojo.

La hipnosis como método de investigación del «Más Allá»

Por Manuel capella

La muerte está íntimamente ligada a la vida. Todo lo que conocemos y nos rodea está sujeto a un principio y a un final. Nuestro Sol, nuestro planeta, y posiblemente el Universo mismo, nacieron en un pasado y morirán en un futuro más o menos lejano. Y sin duda alguna, la pregunta que más ha intrigado al hombre desde que tuvo conciencia de que su vida era algo limitado, es si después de que ésta acabase, hallaría alguna forma de supervivencia.

Las religiones han tratado de dar respuesta a este interrogante desde siempre. El espiritismo ha hecho lo propio. Pero recientemente han conseguido gran relevancia las conocidas (E.C.M.); es decir, Experiencias Cercanas a la Muerte. Hacen referencia a personas que durante unos instantes sus funciones vitales han cesado, por lo menos las más significativas y por lo tanto se les ha considerado muertas, para posteriormente retornar a la vida.

Las opiniones como siempre son contradictorias. Hay quien ve en estas experiencias una prueba concluyente y definitiva de que existe la inmortalidad. Para otros, sólo se trataría de un proceso neurobiológico. Alucinaciones provocadas por una pérdida de las facultades mentales. Personalmente, sólo me gustaría hacer hincapié en dos cuestiones: Que todas las personas que vivieron este tipo de situaciones relatan algo parecido sobre lo que han experimentado. Cuando menos resulta curioso, ya que no sucede lo mismo con los sueños, por poner un ejemplo, donde cada uno de nosotros soñamos algo diferente cada noche.

Y el segundo apunte es, que éstas experiencias no son propias de procesos alucinatorios, porque se presentan exclusivamente en personas que están a apunto de morir, sobre todo por paros cardiacos y en las situaciones vinculadas a cualquier tipo de accidentes y emergencias. En muchos casos, las personas son capaces de relatar tras su «muerte clínica» todo lo que le ha ocurrido en el quirófano mientras él no vivía. Esto tampoco es algo que se corresponda con los procesos alucinatorios. En muchas ocasiones, los pacientes detallan con exactitud las circunstancias, procedimientos y conversaciones de los miembros del equipo médico en sus intentos de «resucitarle».

Me pareció interesante indagar sobre este tipo de experiencias con personas hipnotizadas. Evidentemente, para ello hacían falta dos cosas. Una persona que se prestara a experimentar con ella y además que fuera un sujeto con facilidad de conseguir estados hipnóticos bastante profundos. La persona con la cual realicé la experiencia era una buena amiga, a la que llamaremos Gloria, la cual había sido hipnotizada anteriormente por mí en varias ocasiones. Mujer que no era muy dada a la fabulación en el estado hipnótico y con la que había realizado algunos experimentos de verdad interesantes.

Hay que recordar una vez más que a una persona hipnotizada no le es fácil hablar extensamente, por lo que conviene hacerle preguntas concisas para obtener igualmente respuestas lo más concretas y rápidas posibles. El propósito de la investigación era trasladarla a una anterior existencia, para así poder abarcar el tiempo existente después de lo que fue su muerte en aquella vida pasada.

Retorno a supuestas vidas pasadas

Lo que leemos a continuación es una recopilación de varias sesiones hipnóticas, efectuadas con el fin de comprobar que es lo que el inconsciente de una persona hipnotizada, en este caso el de Gloria, nos puede revelar cuando se le hacen determinadas preguntas. Preguntas que como se verá todas ellas hacen referencia a esos grandes misterios de la vida y la muerte, del mundo del más allá.

– ¿Cómo fue tu muerte?.
– No sé. Me dormí poco a poco.
– ¿Entonces no percibiste la sensación de haber muerto?.
– No. Al principio no. Luego, sí.
– ¿Cuánto tiempo transcurrió para que sintieras esa sensación?.
– No lo sé exactamente.
– ¿Querías vivir?.
– No, era una carga para mis familiares.
– ¿Recuerdas cuál fue la causa de tu muerte?.
– Sé que estaba muy débil y muy cansada.
– ¿Recuerdas en que ciudad?
– Granada.
– ¿Cuantos años tenías?
– 62.
– ¿Y cuál era tu nombre?.
– Adela
– ¿Sentiste dolor al morir?.
– Dolor no. Solo sentí cansancio.
– ¿Pero cómo fue ese instante de la muerte para ti exactamente?
– Era como si me durmiera.
– Creías que ibas a vivir después de la muerte?
– Tenía dudas. Era una esperanza solamente.
– ¿Y después qué ocurrió?
– Me quedé en la casa.
– ¿Te quedaste en tu casa?. ¿No fuiste a ningún lado?.
– Me quedé en mi casa hasta que mi marido murió.
– ¿Pero me refiero antes de ello, al instante justo de morir?
– Me vi junto a mi marido, pero él no podía verme.
– ¿Pero tuviste algún tipo de experiencia en la que podías ver una especie de túnel. Ya sabes, algo parecido a lo que nos relatan las personas que han estado clínicamente muertas y luego han retornado a la vida?. (Insistía yo en ello, porque antes de comenzar la sesión, este era el aspecto que más habíamos insistido en investigar y curiosamente esto es significativo y tal vez algo desconcertante, porque Gloria era una persona que estaba convencida de que estas experiencias sucedían realmente).
– No, no vi nada, o no lo recuerdo. Sé que me quede junto a mi marido.
(Creyendo que este era el punto que más le había impactado o por lo menos en el que ella más insistía, decidí profundizar en ello).
– ¿De alguna forma te podías comunicar con él?.
– No, porque él no me veía. Yo le vigilaba, quería ayudarle. Yo le quería mucho. Me situaba junto a su cama y le hablaba, pero él no me veía.
– ¿Pero lo que tu le decías, él de alguna forma lo presentía?.
– No, creo que no.
– ¿Hasta cuándo permaneciste en esa situación?.
– Hasta que él murió.
– ¿Y mientras tanto no podías viajar en el tiempo o en el espacio?.
– En el tiempo no, en el espacio sí. Podía ir a otros sitios. Pero yo estaba en mi casa junto a mi marido.
– ¿Y no sentías la curiosidad de proyectarte a otros lugares?.
– Yo estaba junto a él, porque entendía que eso es lo que debía hacer. Que mi lugar estaba allí y no en otro que no fuera ese.
(También es esto bastante curioso, porque Gloria era una persona muy curiosa e interesada en todo lo referente a lo puede sucedernos una vez que fallecemos y sin embargo, parecía que Adela tras su muerte solo pretendía permanecer junto a su marido).
– ¿Y después?. ¿Ya saliste de aquella casa?. – seguí preguntando -.
– Después de morir él ya pudimos estar juntos.
– ¿Juntos los dos?.
– No. Habían otras personas.
– ¿Quién era esa gente?
– Gente que yo no conocía.
– Y no distinguías entre ellos a ningún otro familiar tuyo. Tus padres, tus hermanos …
– No solamente le distinguía a él.
– ¿Y él te habló?
– Sí, aunque al principio no me reconocía. Tuve que explicarle quien era yo.
– ¿No te reconocía siendo su mujer?
– No al principio, no
– ¿Y luego?
– Luego, sí.
(Bien a partir de ahí trato de dar un giro a la conversación y profundizar en cual es el lugar en donde presumiblemente se está entre encarnación y encarnación, o dicho de otra forma el más allá.
– ¿Una vez fallecido tu marido, te trasladas a otro lugar?.
– Sí, una vez muerto mi marido, sí estoy con él en otro lugar.
– ¿Cómo es ese sitio?.
(Duda pero al final, contesta).
– Es un lugar tranquilo
– ¿Es mejor que la Tierra?
– No.
(Ahí me desconcierta un poco, ya que la respuesta que yo esperaba creía que sería más positiva. Conozco a Gloria desde hace tiempo y ella también espera que haya un mundo mejor al abandonar éste. Se lo hago saber).
– No me sentía del todo bien. No podía hacer todo lo que quería. Tampoco podía hablar a nadie mucho tiempo. Todos se iban enseguida.
– ¿Pero me habías dicho que era un lugar tranquilo?.
(En este momento ya añade un calificativo sobre ese lugar, que es más o menos el que todos deseamos encontrar).
– Tranquilo y hermoso, pero no puedo ir a donde yo quiero.
– ¿Sientes dolores?
– No.
– ¿Tienes alguna necesidad, me refiero a ganas de comer, beber, etc.?.
– No.
– ¿Sientes frío, o cansancio?.
– No.
– ¿No comes nunca?.
– No, no como ni duermo.
– ¿Como transcurre allí el tiempo?.
– Veo y aprendo cosas, aunque ahora no las recuerdo.
– ¿Significaba algo el tiempo para ti?.
– No. Nada.
– ¿Entonces, no tenías conciencia de si era de día o de noche, ni siquiera como transcurrían los días, semanas o meses?.
– No, no existía la noche y el día.
– ¿Sabes si vamos a sitios diferentes los seres humanos al fallecer?.
– No, no lo sé. Solo conozco y veo este lugar.
– ¿Y allí, podías hablar con otros difuntos?.
– Sí.
– ¿Y que te decían?.
– Sentían cosas parecidas a mí. Era una situación muy similar la de todos los que allí estábamos.
– ¿Y con los vivos?. ¿Podías hablar con los vivos?.
– No, con los vivos no.
(Antes de volver a formularle otra pregunta, prosigue: )
– Porque ya no tengo necesidad de hablar con los vivos. Solamente cuando vivía mi marido.
– ¿Cuál es vuestro cometido ahí?.
– Sé que aprendíamos algo.
– ¿Te daba alguien alguna tipo de clase o instrucciones?.
– Sí, sé que aprendíamos cosas, pero ahora no puedo recordarlas.

Comienzo de una gran aventura

¡Bien!. Esto es un extracto de lo más interesante que Gloria, o mejor dicho Adela, su anterior reencarnación, nos relató en varias sesiones hipnóticas. No vamos a hacer ningún comentario al respecto, ya que cada respuesta de ella merecería cuando menos una pequeña reflexión y nos perderíamos en una serie de consideraciones interminables. Tampoco tratamos de inducir a nadie la creencia de que realmente sea esto lo que nos suceda en ese estado de «interfase» entre vida y vida. Solamente añadir que en otras experiencias realizadas con Gloria mediante hipnosis, como regresiones a la infancia de su vida presente, comprobamos la autenticidad de sus testimonios. Decía anteriormente que no era persona de fácil fabulación.

Y aunque certezas no las tendremos hasta no traspasar «in situ» ese umbral que delimita la vida y la muerte, recordemos aquella frase del cuento de Peter Pan: «Morir puede ser el comienzo de una gran aventura». Una aventura que ojalá empiece lo más tarde posible, comentábamos distendidamente Gloria y yo después de aquellas sesiones hipnóticas. Y ese deseo es necesario para la supervivencia de la especie humana. Por eso, todos, creo que con buen criterio, deseamos posponerla.

Si puedo, en breve, comentaré lo que me parece curioso de toda esta historia.